Nuestro primer encuentro tuvo lugar en mi casa a principios de octubre. Hasta ese día, solo habíamos estado mandando mensajes de texto. Fue increíblemente angustiante porque estábamos a punto de vernos en persona por primera vez. Pero yo ya estaba perdidamente enamorada de ella.

Estábamos acostadas, mirándonos la una a la otra. Yo no paraba de hablar, tratando de deshacerme de la torpeza, mientras que ella, por el contrario, prefería quedarse callada y escuchar atentamente. Pero su mirada seguía desviándose hacia mis labios, y supe que nuestro primer beso estaba a punto de suceder. No estaba preparada para ello en absoluto, después de todo, ¡era nuestra primera cita!

Nos fuimos acercando más y más, y me di cuenta de que el momento era inevitable, que no podría resistirme, y entonces... ¡ella me besó! Al final, no pudimos separarnos por el resto del tiempo, hasta que llegó la hora de irnos.

Nos quedamos en la parada de autobús. Una tarde de otoño. Calidez y dos personas enamoradas. Y entonces, ella dijo tímidamente: "Me gustas". ¡Fue tan emocionante y taaaan mágico! Luego esperamos el autobús, abrazadas la una a la otra, y fue lo mejor que podría haber pasado en una primera cita. Y ella es lo mejor que podría haber pasado en mi vida.

Antes de eso, no habíamos hablado durante mucho tiempo y no nos conocíamos bien, pero por alguna razón, estaba segura de que las cosas funcionarían entre nosotras. Y desde entonces, nunca me he arrepentido de esta espontaneidad. Antes de conocernos, no podría haber imaginado que llevaría a un amor tan grande.